Mucho estruendo ha causado un video que circula en redes sociales, en donde un pastor le pide a un hombre que le regale su terreno por «orden de Dios». Ese hecho ocurrió en Tegucigalpa, capital de la República de Honduras. En el video se puede ver al pastor cuando le pide a un feligrés los papeles de un terreno valorado en más de 3 millones de lempiras; aproximadamente 1 billón 800 mil millones de bolívares. Le dice: «Dios me habló anoche, apóstol, —y me dijo—: dile a él que yo le regalé la vida, le regalé los hijos y le puedo dar más de lo que tiene ahora si él me regala ese terreno, él, entregando el terreno solo agarrará 130 mil dólares, si me lo entrega yo le entrego 400 a 500 mil dólares si puede tener la fe en creer».
El pastor pone en «tres y dos» al fiel para que elija entre el dinero y la bendición de Dios, a lo que el creyente responde que quiere la bendición de Dios; y en ese momento, el pastor le pidió que le entregara los documentos de dicho terreno. De allí en adelante, «desguace pastoral mundial».
En nuestras Reflexiones en Familia de hoy, compartiremos una porción de la palabra inspirada por Dios, que en Mateo capítulo 21, versículos 12 y 13 de la Nueva Versión Internacional dice: «Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas. «Escrito está: «Mi casa será llamada casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones»
Amados, al reflexionar sobre este fragmento bíblico, mi imaginación se transporta hacia la indignación que pudo haber sentido Jesús ante el perjurio al templo de Jerusalén, al que habían convertido en un centro de negocios en lugar de una «casa de oración». El propósito de este análisis, es para que salgamos al paso ante cualquier mercader e igualmente para que evaluemos y purifiquemos nuestros corazones, para que nuestra vida esté alineada a acciones y obras que glorifiquen a Dios, en lugar de la ambición y la bellaquería. Jesús, que es nuestro ejemplo, solo nos ha pedido: «amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza; de igual manera amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos»; allí está centrado lo que él quiere de ti y de mí.
Queridos amigos y hermanos, en la jerga popular hay una frase que dice: «cría fama y échate a dormir», y que es sostenida por este tipo de «historias» que acabo de describir; pero, Cristo compasivo hoy nos recuerda en Marcos 1:15: «¡Ya está cerca el día en que Dios comenzará a reinar! Vuélvanse a Dios y crean en la buena noticia» (TLA).
Amigo, no copies este mal ejemplo de quien pidió algo material para su peculio, con el «cuentico» de que es de parte de Dios; también deja de preocuparte por acumular riquezas materiales en la tierra; mas bien, busca primero el reino de Dios y las riquezas en Cristo, las cuales son riquezas espirituales que no pueden ser afectadas por el tiempo, que son riquezas de valor imperecedero a través de acciones como ayudar a los menos afortunados, como el servir a otros con humildad, como perdonar, así como el vivir una vida que refleje el carácter de Cristo.
Esto no es un señalamiento, mas bien es un alerta, ya que en 1 Corintios 3:16-17 (NVI), dice: «¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado y ustedes son ese templo». Sí, hermano, somos ese templo y morada del Espíritu Santo, porque la Biblia enseña que al aceptar a Cristo, el espíritu de Dios viene a vivir en cada creyente; y que esa presencia divina en cada creyente, lo convierte en «un templo vivo», con una identidad consagrada y con la presencia de Dios de manera tangible; pero con la responsabilidad de vivir una vida que honre a Dios y que refleje su amor al mundo. Esto puede parecernos un gran reto; pero más que un reto, implica un reordenamiento de preferencias, centrando nuestro corazón en Dios y su reino, antes que en cualquier terreno o posesión material en la tierra. ¡Con un granito de fe, Dios hará el resto!
Amados hermanos y amigos que leen o escuchan este mensaje, hoy es un buen día para que comencemos a «purificar nuestro Templo y morada del Espíritu Santo de Dios». Guarda esta reflexión en la gaveta de tu corazón, porque es allí en donde Dios quiere que la tengas para que la multipliques a alguien ávida de ella.
“Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe». 1 Juan 5:4 (NVI).
¡Bendiciones para todos!
Purifica tu templo
